Entre las promesas electorales hay algunas que no se cumplen, por falta material de tiempo o por falta de medios. Otras por un cambio radical de opinión: es el caso de la promesa de independencia que se le hizo al pueblo de San Pedro Alcántara. En este caso se falta a la palabra dada.

Desde los inicios de la colonia agrícola el marqués del Duero, el único particular que había fundado un pueblo, tal como decía él mismo cuando reclamaba en el Senado maestro, médico y cura para atender a los nuevos pobladores, tuvo intención de constituir un municipio independiente, algo que venía recogido en el articulado de las leyes de colonización.

Pero las dificultades organizativas y financieras hicieron que este tema quedara aplazado. Además había numerosos conflictos, con los ayuntamientos de Marbella, Benahavís y Estepona, por donde se extendía el latifundio, y también con los juzgados y otros organismos de cada uno de los tres municipios. La lucha fue muy desigual.

Los años de la transición democrática trajeron nuevos aires de libertad. Con ello el sentimiento de independencia reverdeció y pasó a formar parte principal del programa electoral del Partido Socialista Obrero Español en las primeras elecciones municipales, las del año 1979.

El documento que se reproduce aquí es una hoja de un cuaderno que imprimió el PSOE ese año, la impresión a multicopista recuerda los tiempos de la clandestinidad y el lenguaje encendido es propio de esos años en los que por fin los españoles conseguían ansiada libertad, tras los años de dictadura franquista.

Independencia completo 593

Pero la promesa de la independencia de San Pedro Alcántara pronto fue incumplida. La libertad del pueblo cercenada. Los intereses del partido primaron sobre los sentimientos de los sampedreños.

El motivo diáfano. Los votos de los ciudadanos de San Pedro fueron decisivos para ganar la alcaldía de Marbella, pues en esta ciudad los votos hubieran dado la mayoría a los partidos de centro y derecha: Unión de Centro Democrático y Alianza Popular entonces. Y la estrategia a seguir se repetiría en los años siguientes, utilizar los votos para el mismo fin. Se sacrificó San Pedro por Marbella.

Después, el resto de los partidos, comenzando por el Partido Popular y siguiendo con los otros de menos baza electoral, no podían defender la independencia para San Pedro entre el electorado de Marbella: hubieran sido castigados en las urnas, por lo que se unieron al PSOE, igual que a nivel autonómico se pusieron de forma sospechosa y unánime de acuerdo en rechazar los sentimientos claramente expresados por los hombres y mujeres de San Pedro Alcántara.

Los ciudadanos buscaron otro camino: una petición a través de la firma reconocida de la mayoría del término a segregar, según marcaba la ley, y avalado por unos estudios que reconocían la viabilidad económica de los dos municipios resultantes. Pero el camino se llenó de trabas administrativas por parte del Ayuntamiento de Marbella y de la Junta de Andalucía, y de inauditos retrasos judiciales.

Los ciudadanos creían en la Ley, pero la ley se cambió en el Parlamento andaluz, con la complicidad de todos los partidos políticos, para impedir la independencia de San Pedro Alcántara y otros pueblos que aspiraban a gobernarse por sí mismos. Los ciudadanos creían en la Justicia, pero los jueces, de quienes se dice que no deben depender del poder ejecutivo, dilataron el proceso. En 2018 el Tribunal Constitucional acabó con el legítimo deseo de que los sampedreños se gestionaran con un ayuntamiento propio. Habían pasado 39 años desde una promesa incumplida.

 

2 comentarios
  1. DGR
    DGR Dice:

    Qué injusta es esta historia, y qué injusto que no la den a conocer los medios de comunicación como debieran y si les interesa la objetividad lo más mínimo. Vivir con un sueño que va y viene de esta forma puede agotar a cualquiera; no es sólo el deseo de autogobernarnos, está en juego algo tan importante como nuestra propia identidad, la de cada uno de nosotros. ¿Cómo responder a la pregunta de quiénes somos si no reconocen de dónde somos? Creo que ya sólo nos queda confiar en nosotros mismos y en nuestro esfuerzo por hacernos valer.

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