En el verano de 1995 se construía el aparcamiento subterráneo de la plaza de la Iglesia, que había perdido gran parte del arbolado. Derribada la Casa de Robledano (hueco de la derecha), poco después le tocaría el turno a la Casa de Dependientes. La plaza sufría su alteración más grave desde la fundación de la colonia.
LA CASA DE DEPENDIENTES
En la plaza de la Iglesia de San Pedro Alcántara, las diecisiete viviendas que formaban la Casa de Dependientes, también conocidas como Casas Nuevas, constituían uno de los elementos más significativos del urbanismo de la antigua Colonia Agrícola. En el artículo (publicado en el número 10 de la revista CILNIANA, 1988) se describe el edificio, se justifica su importancia y se explican los cambios que experimentó a lo largo de más de un siglo, hasta su derribo en enero de 1996.
También se aproxima a la vida de sus residentes durante el siglo XIX, en especial los que tuvieron en la Casa su morada en el año 1875, para saber de dónde procedían, cómo se estructuraban en grupos familiares o en qué trabajaban. Con todo ello se pretende recrear un capítulo, sencillo y vital, de la historia cotidiana sampedreña. De esa historia que permanece, y se transmite a otras generaciones, y que no se borra aunque redujeran a escombros la Casa, porque el recuerdo de los hombres y de las mujeres que la habitaron es ya imborrable en la memoria colectiva.
LA CASA EN EL CONJUNTO DE LA PLAZA
En la década de los sesenta del siglo XIX se terminó de levantar el nuevo pueblo de San Pedro Alcántara. La jerarquía urbana era un reflejo de las diferencias sociales (1). Las modestas casas formaban agrupaciones simétricas en torno a las calles La Gasca, Duero y Pizarro. Contrastaban con los edificios más sobresalientes, tanto por su tamaño como por su función, que se alzaban en la plaza principal de la Colonia: la Iglesia, el economato, la fonda, la Casa de los Escribientes, el cuartel de la Guardia Civil, la Casa de Administración (conocida posteriormente como de Robledano) y la Villa de San Luis, residencia de la familia Cuadra, que participaba de la propiedad de la Colonia tras los marqueses del Duero. En el lado este de la plaza, frente a la Iglesia, la Casa de Dependientes ocupaba un lugar privilegiado, pues entre ella y la de Casa de Administración se encontraba el Jardín Botánico, que conjugaría diversos fines: recreativo, pedagógico y farmacológico (2), además del puramente científico acerca del mundo de las plantas (3).
EL EDIFICIO
La Casa de Dependientes tenía como base un rectángulo de 45 por 8,5 metros aproximadamente, cuyos lados más pequeños se orientaban de norte a sur. La Casa estaba construida en 1870, pues en el padrón de este año (4) corresponden a ella la mayoría de las veintiuna casas que había en la plaza. En el padrón de 1871 ya se especifican dieciséis casas más una central, del «Edificio nombrado Casa de Dependientes». Estaba compuesta, por tanto, por diecisiete viviendas adosadas en línea. La central era la de mayor tamaño y recibía el apelativo de Casa del Capataz, porque estaba pensada para que en ella residiera la persona con ese cargo.
Plano. Distribución de las viviendas que formaban la Casa de los Dependientes en 1883.
La disposición con la casa principal en el centro representaba un símbolo de la autoridad, al mismo tiempo que una realidad, pues allí vivía el superior de los trabajadores, ejerciendo una vigilancia sobre el resto de los vecinos. Por otra parte, la no existencia de un patio común eliminaba un lugar de encuentro y sociabilidad obrera (5). La Casa del Capataz y las casas numeradas del 1 al 8 tenían su entrada por la plaza mientras que las restantes, del nº 9 al 16, tenían la puerta por el lado opuesto (6).
La Casa del Capataz tenía 6,40 metros de fachada y 8,34 metros de profundidad, lo que suponía una superficie por planta de algo más de 53 metros cuadrados, mientras que las demás casas tenían 4,27 metros de fachada y 3,78 metros de profundidad, con una superficie de unos 16 metros cuadrados.
Así, la Casa del Capataz disponía en sus dos plantas de casi 107 metros cuadrados, siendo la planta alta de una altura similar a la planta baja, y disponía de una cámara en la parte superior. El resto de las casas sólo disponía de 32 metros cuadrados aproximadamente, siendo la planta de arriba abuhardillada, al disminuir su altura conforme se avanzaba hacia las ventanas.
La distribución interior era muy simple en las casas pequeñas. La única habitación de la planta baja se utilizaría como sala de estar, comedor y cocina, con una hornilla de obra en una de las esquinas opuestas a la puerta, mientras que en el otro lateral una escalera de madera permitía el acceso hasta la planta alta, donde se ubicaba el dormitorio, cuyo suelo de madera constituía el techo de la planta baja. En ambas plantas eran visibles las vigas y los tableros transversales de los techos, según muestran las fotografías (7).
El aspecto exterior de la Casa de Dependientes giraba en torno al mayor porte de la casa central. El tejado a dos vertientes de las casas pequeñas, al este y al oeste, rompía su uniformidad con el tejado de la Casa del Capataz, que se elevaba y contraponía sus vertientes al norte y al sur, formando una cruz con la cubierta del resto de las casas. La fachada se mantenía alineada por todos los lados excepto la correspondiente a la casa central que sobresalía casi un metro en todo su tramo.
En la planta alta todas las casas tenían dos ventanas, siendo más grandes las de la Casa del Capataz. En la planta baja esta tenía dos ventanas a ambos lados de la puerta, mientras que el resto de las viviendas sólo poseía una además de la puerta. Las ventanas se adornaban en su parte superior con una moldura semicircular de obra.
CAMBIOS EN EL EDIFICIO
Con el transcurso del tiempo la Casa de Dependientes sufrió múltiples variaciones en su morfología interna y externa. Se elevó el tejado de la casa nº 3 al aumentar de altura la planta alta. Se convirtieron las casas nº 5, 7, 9 y 11, extremo sur, en planta baja más dos, estableciéndose la Pensión Galea desde 1959 hasta su derribo. En el extremo norte, las casas nº 6 y 8 aumentaron su altura en la planta alta, y se cambió el tejado por una terraza, funcionando en la nº 8 la Papelería Merchán, aproximadamente desde 1978 hasta 1992 (8). Otro cambio importante fue que a las casas cuya fachada daban al este, nº 9 al 16, se les añadió un trozo de terreno, convertido en patio y en algunos de ellos se construyeron pequeñas viviendas, con salida a la calle Don Vito. Las casas con fachada al oeste conservaron su salida directa a la plaza, formando la calle Dependientes. En el interior las casas variaron sustancialmente su distribución espacial, siendo lo más destacable la unión entre ellas para formar una vivienda más amplia, como ocurrió con las casas nº 1 y 15.
LOS MORADORES
La evolución del número de habitantes de la Casa de los Dependientes a lo largo del siglo XIX, según los padrones municipales conservados, es la siguiente:
Año |
Habitantes |
1870 |
¿62? |
1871 |
104 |
1875 |
99 |
1882 |
74 |
1884 |
83 |
1889 (mayo) |
78 |
1889 (dic.) |
71 |
1890 |
78 |
1893 |
81 |
1894 |
78 |
En 1875 la distribución de los habitantes en las distintas zonas de San Pedro era como sigue:
Habitantes |
Casas |
Densidad (hab./casa) |
|
Casa de Dependientes |
99 |
17 |
5,82 |
Resto de la Plaza de la Iglesia |
20 |
4 |
5,00 |
Calle Revilla |
26 |
4 |
6,50 |
Calle Duero |
217 |
48 |
4,52 |
Calle La Gasca |
169 |
47 |
3,59 |
Calle Pizarro |
239 |
47 |
5,08 |
Campo (9) |
20 |
3 |
6,66 |
Total |
790 |
170 |
4,61 |
El número de 99 moradores de la Casa de Dependientes (10), era más o menos la mitad de los residentes en cada una de las tres calles principales: Duero, La Gasca o Pizarro. Representaba un 12,53% de la población total de San Pedro (11). La densidad, expresada en número de habitantes por casa, era de las más elevadas del pueblo, aunque se reduce a 5,18 habitantes por casa si descontamos la Casa del Capataz. Ésta tenía 16 vecinos; en el resto de las viviendas oscilaba entre los dos de la nº 1 hasta los nueve de la nº 10. La proporción entre sexos era muy equilibrada: 50 varones y 49 hembras, semejante al resto de la Colonia. Por edades, contabilizamos 19 niños y niñas hasta 14 años, 15 jóvenes de 15 a 25 años, 48 adultos de 26 a 59 años, y un anciano de 60 años. Se trata de una población joven, con una gran potencialidad para el trabajo.
GRUPOS FAMILIARES
La estructura familiar giraba en torno a veintiséis matrimonios. A los que hay que añadir una viuda que residía con la familia de su hija, una casada sin su marido12 pero con hijos, y dos casados y un soltero que vivían con familias que no eran las suyas. Había ocho casas cuya composición era unifamilar, desde el matrimonio sin hijos de la casa nº 1 hasta el matrimonio con 5 hijos de la casa nº 4; una mujer casada sin su marido (12) pero con dos hijos, en la casa nº 16; y un matrimonio con dos hijos y la madre de la esposa (13), en la casa nº 15. Otras ocho casas eran compartidas por dos familias, generalmente dos matrimonios; aunque en la nº 3 vivía un casado solo con un matrimonio; y en la nº 6 una casada con un hijo compartía la casa con un matrimonio; en las casas nº 9 y 13 se repite un caso similar, la hija mayor ha contraído matrimonio y habita en la casa paterna con su marido y sus hijos. Y en la Casa del Capataz vivían cuatro matrimonios con sus hijos, además de un casado y un soltero solos.
El mayor número de familias que albergaba era posible por la mayor superficie de esta vivienda. Así, en la mitad de las casas dos familias compartían los 32 metros cuadrados de cada vivienda, lo que supone unos 16 metros cuadrados por familia. Proporción similar a la de la Casa del Capataz, pues eran cuatro familias en 107 metros cuadrados. Existía hacinamiento y una consiguiente falta de intimidad personal y familiar, agravado por las precarias condiciones socioeconómicas de entonces, que repercutiría en las condiciones higiénicas de las viviendas y de sus moradores. Cada pareja tenía como media dos hijos, lo que contradice el estereotipo de la antigua familia muy numerosa.
Uno de los factores que condicionaban el número de hijos era una edad tardía de llegada al matrimonio, cuando se aseguraba un mínimo nivel económico, es el caso de dos parejas sin hijos que suponemos recién casadas, que tenían 25 y 22 años una y 29 y 24 años otra. Ese retraso actuaba como un freno a la natalidad, además de la fuerte mortalidad infantil originada por las deficiencias en alimentación, higiene y sanidad, incrementada por las negativas condiciones particulares de San Pedro Alcántara.
EL NOMBRE DE LA CASA
Parece que estaba destinada para albergar a los trabajadores dependientes, esto es, empleados o jornaleros que trabajaban a sueldo de la Colonia y que tenían una «dependencia» directa de ella, al contrario de otros habitantes cuya relación contractual era más indirecta, como arrendatarios o aparceros en particular y colonos en general. Debe descartarse la creencia de que en la Casa vivían los dependientes de las tiendas, pues eran muchos los trabajadores que allí residían, y en San Pedro durante el siglo XIX no pasaban de una o dos personas las que se dedicaban al comercio.
Resulta paradójico que en los padrones municipales del siglo XIX sólo hallemos una persona con la profesión de dependiente, y además no viviera en la Casa de Dependientes, sino en la calle Revilla, situada en el lateral sur de la plaza. Sin embargo en la documentación de la Colonia (Archivo del marqués del Duero) es más frecuente encontrar el término de «dependiente».
El nombre de Casas o Casillas Nuevas aparece por primera vez en el padrón de mayo de 1889, del cual se guarda en el Archivo Municipal una hoja padronal por cada casa, que al ser rellenada por los propios vecinos les dan ese nombre más popular, a diferencia de otros padrones de los que se conservan listados efectuados por agentes padronales y donde predomina el nombre más oficial de Casa de Dependientes.
Casillas Nuevas fue el nombre que perduró a lo largo del tiempo, y así denominaron a las viviendas los actuales sampedreños hasta su destrucción, desconociendo el otro nombre, a pesar de que la calle situada en el lateral de la plaza se llamase Dependientes.
PROFESIONES
En el año 1875 conocemos la ocupación de los 35 hombres que vivían en la Casa de Dependientes: 11 carreros, 10 jornaleros, 6 ganaderos, 4 gañanes, 1 capataz, 1 guarda, 1 albañil y 1 carpintero. El trabajador de mayor edad se llamaba Juan Guerrero Gómez y tenía 60 años, siendo el más joven Mateo Samiñán Cuadro con tan sólo 11 años, ambos eran jornaleros.
En este padrón ni siquiera existe un apartado dedicado a la profesión de las mujeres. En otros consta que la mayoría se dedicaba a las labores «propias de su sexo» y en escaso número eran sirvientas. No obstante, la mujer sampedreña participaría del trabajo agrícola, especialmente en épocas de grandes faenas como la recolección.
A continuación reseñaremos las profesiones de los inquilinos de la Casa a lo largo del siglo XIX, que nos servirá para aproximarnos a la actividad económica de San Pedro Alcántara, aunque la clasificación profesional ha de tomarse con reservas, pues con frecuencia la misma persona aparece en padrones cercanos en el tiempo con distintas nomenclaturas: colono, jornalero, o del «campo», lo cual responderá a un cambio de relación laboral con la Colonia o simplemente a diversos términos de una misma ocupación.
Por otro lado, es evidente la pluriactividad del campesinado (14), que en el caso concreto de San Pedro compartiría la labor agrícola con el trabajo en la fábrica de azúcar.
En 1870 jornaleros y colonos se reparten casi en un cincuenta por ciento las profesiones de los inquilinos de la Casa de los Dependientes.
En 1871 hay un capataz, José López Castro, que ocupa la casa del centro, lo que reafirma el nombre de Casa del Capataz. Existen muy diversas ocupaciones este año: otro capataz, carreros, gañanes, jornaleros, labradores, ganaderos, un guadañador, y un veterinario: el cordobés Pablo Morón Torres, que continuó durante mucho tiempo en San Pedro Alcántara, aunque en otras viviendas.
En 1882 además de carreros, jornaleros, gañanes y labradores, vivía en la Casa un carpintero, Joaquín Montero Reina; un cochero, Miguel Calvente Galea, que estaría al servicio de los dirigentes de la Colonia y el primer jardinero del que tenemos constancia en San Pedro, Juan Parrado Vallejo, natural de Estepona, que podría dedicarse al cuidado del Jardín Botánico.
En 1884 vivían en la Casa los guardias civiles destinados en San Pedro, excepto el teniente del destacamento que se alojaba en una casa de la calle Duero, además de jornaleros, carreros, gañanes y un médico: Miguel Aler Escudero.
En mayo de 1889 la mayoría de los residentes eran jornaleros, aunque aparecen un capataz, un cochero, un jardinero y algunos empleados.
En diciembre de 1889 también eran jornaleros la mayor parte de los hombres de la Casa, existiendo además un guarda, un guarda de almacén y un jardinero.
En 1890 la composición profesional era muy similar a la del año anterior.
En 1893 a la mayoría de jornaleros hay que añadir un maestro de escuela, Joaquín Marcos Benítez, joven de 25 años que vivía con su familia, siendo su padre empleado, aunque existe la duda si Marcos Benítez ejercía su profesión o no, pues en 1894 no consta su profesión y en 1896 trabajaba como empleado en la Fábrica Azucarera.
En 1894 había un único colono entre el resto de los trabajadores que constan como jornaleros.
En 1896 también predominaban los jornaleros, aunque aparece un trabajador con una ocupación muy poco frecuente en San Pedro, un talabartero natural de Antequera: Francisco Henares. Y también vivía en la Casa un maestro: Pantaléon Pérez Fernández, que tenía siete hijos, dos de los mayores (de 19 y 17 años de edad) eran naturales de San Pedro, lo que hace suponer que el maestro residió con anterioridad en San Pedro.
EL SERVICIO MILITAR
En el Padrón de 1875 era obligatorio constatar la situación militar de los varones comprendidos entre 19 y 35 años. En sólo cuatro varones de ese intervalo de edad no existe anotación aclaratoria, lo que presupone el cumplimiento del servicio militar, mientras que en otros once hay exenciones por distintas causas: por ser corto de talla, por su número, o por ser hijo de sexagenario pobre.
Extraña que entre el resto de los habitantes de San Pedro sólo hubiera un varón exento por las leyes de colonización, pues entre los beneficios que recibían las Colonias Agrícolas estaba el de la exención del servicio militar para sus pobladores. Se observa la poca predisposición de la población a incorporarse al Ejército, ya que a finales del siglo XIX el servicio militar era de larga duración, con condiciones muy duras y bastante peligroso por las continuas guerras, tanto peninsulares, Carlistas, como coloniales, por ejemplo en Cuba (15).
Este rechazo al servicio militar, alegando múltiples motivos de exclusión, de la clase trabajadora sampedreña, frente al privilegio de los ricos de pagar su falta de incorporación al Ejército, nos proporciona una indicación sobre las diferencias económicas y sociales del siglo pasado.
OTRA OCASIÓN PERDIDA
El carácter de vivienda popular agrupada, único ejemplo en San Pedro Alcántara, frente al resto de las casas unifamiliares que conformaron el resto del pueblo, y el testimonio histórico que contenía, de la vida de los hombres y mujeres que tuvieron en la Casa de Dependientes su morada, hacía deseable para ella un mejor destino: su conservación e incluso su reconstrucción en las partes que el tiempo fue modificando… ¡Vana ilusión!, en estos tiempos y en este lugar, donde la especulación del suelo parece ser el fin principal de la conducta urbanística tanto particular como pública.
PROCEDENCIA DE LOS HABITANTES
En el año 1875 en la Casa de Dependientes, de los 56 habitantes casados, viudos o solteros, que consideramos como núcleos familiares, la mayoría, 26, habían nacido en Marbella, municipio donde se enclavaba principalmente la Colonia, otros 17 procedían de Istán, 2 de Pujerra y 2 de Ceuta, mientras que el resto, y a razón de 1 por municipio, venían de Ojén, Monda, Mijas, Coín, Parauta, Ronda, Cañete la Real, Málaga y Utrera.
La cercanía a la zona colonizada se muestra como factor principal de inmigración, junto con la economía más o menos pujante del lugar de procedencia de los inmigrantes. Así se explica que llegasen más personas de Istán que de Ojén, pues este municipio contaba en esas fechas con una importante explotación minera.
Una característica lógica relacionada con el origen de los colonos es que los cónyuges fueran del mismo pueblo, como ocurría en 16 matrimonios, mientras 9 eran de distintos pueblos, aunque a veces cercanos: de Istán y Monda, Istán y Marbella o Pujerra y Parauta.
El tiempo medio de residencia en la localidad estaba en torno a los 6 años, siendo Ana Mérida Moreno la que declaraba un mayor tiempo de permanencia con 16 años. Constan con 15 años los hermanos Bellido Núñez, que se encuentran empadronados en 1860, el recuento municipal más antiguo donde aparecen habitantes en San Pedro Alcántara.
De los 43 solteros que convivían con su familia, había 27 nacidos fuera de San Pedro, y 16 naturales de la nueva población, niños entre los 10 años de edad como Batriz Bellido López y el recién nacido Francisco Navarrete Mallén, con tan sólo 5 días en el momento del recuento.
En el año 1875, contando la Colonia con unos quince años de existencia, los inquilinos de la Casa de Dependientes tenían como tiempo medio de residencia en la localidad unos 6 años, y los nacidos en el nuevo pueblo suponían un 16% del total. De estos datos y de la consulta de diversos padrones, se infiere que la población sampedreña de los primeros años tuvo una gran movilidad, con constantes llegadas (16) pero también abundantes retornos migratorios. Y las incorporaciones de nuevos habitantes se iban haciendo cada vez desde lugares más cercanos, sobre todo Marbella.
NOTAS
(1) El urbanismo de las colonias agrícolas en España ha sido estudiado por Francisco J. Monclús y José L. Oyón (1988).
(2) La botánica constituía una asignatura del plan de estudios de la Granja Modelo de San Pedro Alcántara. Fernando de Rojas y Garvallo, ayudante de farmacia de la Granja desde 1862 hasta 1865, era «botánico sobresaliente» (Lucía Prieto y José Luis Casado, 1994: 26-28 y 140).
(3) Fernando Carlos Leber Avis, botánico francés, residía en San Pedro Alcántara en 1875, según el padrón del citado año.
(4) Se han consultado los padrones municipales del siglo XIX. Archivo Municipal de Marbella. Legajos 181 al 190. En lo sucesivo sólo los citaremos como los padrones de los años respectivos.
(5) Alfredo Rubio (1996: 126) expone esta idea para el barrio obrero de Huelin, construido en Málaga para las mismas fechas que nuestro caso, contraponiéndose a la casa de vecinos o corralón tradicional.
(6) Esta numeración es la que seguiremos a lo largo de todo el trabajo y corresponde a la inscripción 14ª de la finca «Colonia de San Pedro Alcántara», de 27 de enero de 1883. Registro de la Propiedad de Marbella.
(7) A doña María Otal Narváez agradecemos su amabilidad, al permitirnos efectuar fotografías de las casas contiguas nº 1 y 15.
(8) Testimonio de don José Merchán López.
(9) En el Cortijo de las Medranas habitaban 8 personas, en el Molino de Guadaiza 8 y en el resto del campo 4.
(10) Una muestra tan reducida de población limita las posibilidades de cualquier estudio demográfico-histórico, según Louis Henry (1983), y en tal sentido debe contemplarse este trabajo.
(11) Se pueden comparar estos datos con los de la población de la Colonia en 1861 (José Luis Casado: 1997).
(12) La mayoría de estos casos se debe a que el marido se ausentaba por motivos de trabajo, sobre todo cuando se dedicaba al transporte, por ejemplo carrero o arriero.
(13) El marido tenía un hijo de su primera esposa, y según los padrones siguientes volvió a quedarse viudo y se casó por tercera vez, mostrando la necesidad de los viudos por casarse de nuevo, y completar los recursos familiares.
(14) Puesta de manifiesto en un trabajo reciente de Fernando Mikelarena (1995).
(15) Daniel R. Headrick, 1981: 100-104.
(16) Estos contingentes migratorios podrían suponer una muestra del modelo de campesinización, o proletarización de la clase campesina, producido por la revolución liberal y en especial por las medidas desamortizadoras (Andrés Sánchez, Julián P. Díaz y Juan García: 1997.
BIBLIOGRAFÍA
ALCALÁ MARÍN, FERNANDO (1979): San Pedro Alcántara. La obra bien hecha del Marqués del Duero. Marbella, Delegación Municipal de Cultura.
CASADO BELLAGARZA, JOSÉ L. (1997): «Los Colonos de San Pedro Alcántara en 1861. El inicio del poblamiento». Cilniana nº 9. Marbella-San Pedro Alcántara, págs. 7-14.
GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, JOSÉ S. y RUíZ DE AZÚA, ESTÍBALIZ (1985): «Hacia una modernización de la agricultura: el establecimiento de la colonia San Pedro Alcántara». Actas III Coloquio Historia de Andalucía. Marzo, 1983. Historia Contemporánea, tomo I. Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, págs. 67-76.
HEADRICK, DANIEL R. (1981): Ejército y política en España (1868-1898). Madrid, Tecnos.
HENRY, LOUIS (1983): Manual de demografía histórica. Barcelona, Crítica.
MIKELARENA PEÑA, FERNANDO (1995): «Algunas consideraciones acerca de las cifras de activos agrarios de los censos de población españoles de los años 1877-1981«. VII Congreso de Historia Agraria. Baeza, Seminario de Historia Agraria, págs. 313-323.
MONCLÚS, FRANCISCO J. y OYÓN, JOSÉ L. (1988): Políticas y técnicas en la ordenación del espacio rural. Madrid, Ministerio de Agricultura.
PRIETO BORREGO, LUCÍA y CASADO BELLAGARZA, JOSÉ L. (1994): La Granja Modelo de San Pedro Alcántara. Un proyecto de innovación agraria. San Pedro Alcántara, Asociación Cultural Rosa Verde.
RUBIO DÍAZ, ALFREDO (1996): Viviendas unifamiliares contra corralones: El barrio de Huelin (Málaga 1868-1900). Málaga, Miramar.
SÁNCHEZ PICÓN, ANDRÉS; DÍAZ LÓPEZ, JULIÁN P. y GARCÍA LATORRE, JUAN (1997): «Recomposición patrimonial y campesinización en el sureste andaluz». VIII Congreso de Historia Agraria. Salamanca, Seminario de Historia Agraria, págs. 513-524.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir