El crecimiento urbano malagueño en el siglo XIX: historia de un cambio de ruta en la economía del suelo es el título de un libro que ha publicado en 2008 Manuel Muñoz Martín y que ha editado el Colegio de Economistas de Málaga.
En sus algo más de novecientas páginas, repartidas en dos volúmenes, se traza la historia del amplio desarrollo urbano de Málaga en el siglo XIX, originado por el auge poblacional y mercantil de la ciudad. Para ello, el autor ha empleado principalmente los protocolos notariales que se encuentran en el Archivo Histórico Provincial.
Entre las fincas rústicas que se incorporan al suelo urbano se halla una que pertenecía a Manuel Gutiérrez de la Concha, o para ser más exactos a su esposa, Francisca de Paula Tovar y Gasca. Estaba situada cerca del cementerio de San Rafael, donde ahora se encuentran los polígonos de San Luis o La Estrella.
El cortijo de Torres, que recibía su nombre de un antiguo propietario: Diego de Torres, también era conocido como de los Chinchorros por «haber aparecido en la casa y recinto del Cortijo una multitud de insectos vulgarmente conocidos por chinchorros [una especie de garrapata], que no se pudo extinguir a pesar de las labores que se practicaron a tal efecto, de modo que habiendo fallecido a causa de sus picaduras varias personas y multitud de ganados, ningún aperador ni trabajador querían pernoctar en el edificio, que en el transcurso del tiempo quedó en ruinas, debiéndose construir otro en sitio distinto, para conservar en alguna estimación las tierras.»
La finca, valorada en 180.000 reales, había sido permutada por otras radicadas en Álora, propiedad de los marqueses del Duero, y que se tasaron en 140.000 reales, por lo que éstos tuvieron que abonar 40.000 reales de diferencia a Miguel Hidalgo, dueño del cortijo de los Chinchorros, según consta en la escritura fechada el 9 de agosto de 1856.
Posteriormente, el cortijo, debido a su cercanía a la ciudad de Málaga, se fue vendiendo fácilmente por parcelas. Así, el autor va detallando diversas operaciones de compraventa entre 1862 y 1868. El producto de estas ventas se invertiría en los dos grandes proyectos de Manuel Gutiérrez de la Concha: las fincas de San Isidro y de San Pedro Alcántara.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir