En los años 40 del siglo XX se encontró en la hacienda Guadalmina, de San Pedro Alcántara, una inscripción funeraria romana, grabada en una piedra de mármol de color verde. La conocemos a través de un artículo de la revista del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, firmado por María Luisa Ramos, Socorro Viada y Lourdes Roldán, que la tradujeron de la siguiente forma:
«Petronius Priscus era hijo de Petronius Sergianus; al morir éste, aquél le añadió un epitafio en el monumento que ya estaba dedicado a sus abuelos».
Constituye, junto con la lápida dedicada a la niña Firmana, encontrada en las excavaciones de la basílica paleocristiana de Vega del Mar, un elemento de gran consideración para la historia más remota de nuestra localidad.
En San Pedro Alcántara quedan infinitos descubrimientos arqueológicos que han sido expoliados al pueblo y muchos más que siguen bajo tierra esperando que algún gobierno, quizás el próximo ayuntamiento independiente, saque a la luz pública, demostrando así la consistencia de estas tierras en la historia. Por desgracia, hay otros que jamás volverán a ver la luz, sepultados bajos los edificios y chalets de Guadalmina.
Existen salinas, enterramientos e incluso unas galerías kilométricas que han sido ocultadas al pueblo. No interesa que haya algo más importante en San Pedro que en Marbella.