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San Pedro Alcántara mantiene desde sus inicios una relación inequívoca con el mar. Relación de trabajo, para el embarque y desembarque de mercancías; y de ocio, como las moragas en las fiestas patronales de fines del siglo XIX. En la actualidad la procesión de la Virgen del Carmen, organizada por los vecinos de El Ingenio, es una admirable manifestación de fe popular, que alcanza grandes dosis de belleza plástica cuando la imagen llega a la playa en el atardecer del 16 de julio.

Al estar situado San Pedro Alcántara algo retirado de la orilla del mar puede parecer que al constituirse la colonia agrícola no se tuvo en cuenta esa circunstancia y por eso se construyó el pueblo a esa distancia.

Nada más lejos de la realidad. San Pedro se levantó en una pequeña elevación, y entre otros factores que hubieran podido influir en el lugar está el alejamiento de las zonas encharcadas de las desembocaduras de los cursos de agua: río Guadaiza y arroyos del Chopo o Boca del Negro. Lugares que fueron desecados y plantados de eucaliptos más tarde.

Pero esa distancia al Mediterráneo es una distancia de respeto y de admiración. No en vano la casa construida por la familia Cuadra, la Villa de San Luis, se llamó en algún tiempo Linda Vista, nombre que se recuerda actualmente en alguna calle y urbanización, pues desde ella se podía observar el bello paisaje de la vega litoral y al fondo el inmenso azul del mar.

¡Lástima que cada vez sea más difícil esa contemplación! Algunos obstáculos lo impiden en parte. Pero invito al lector a eludirlos, mientras se toma un café en alguna terraza de la calle de «Enmedio» y mira hacia el sur. Seguro que encontrará un retazo de paisaje marino al fondo.

En la época fundacional llegó en barcos gran parte de la infraestructura para la colonia: la maquinaria agrícola y la maquinaria de la fábrica de azúcar. Elementos difíciles de transportar por medios terrestres,  pues la carretera estaba en muy malas condiciones y las crecidas de los ríos impedían el paso por ella. Y el ferrocarril… seguimos esperándolo desde que en 1848 empezó a trotar de Barcelona a Mataró.

El Ingenio, el barrio llamado antes La Azucarera, era el que más estaba relacionado con el mar. Desde la fábrica existía una línea férrea cuyos vagones transportaban por el peso de la gravedad el azúcar hasta la playa, donde era embarcada para su exportación. A finales del siglo XIX sabemos que la colonia tenía dos veleros, el «Juanito» y la «Joven Rosita», para llevar el preciado material sacarino a Málaga y otros lugares.

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Además la residencia de la mayor parte de los pescadores sampedreños en El Ingenio hizo que la capilla que se construyó allí, a mediados del siglo XX, tuviera como advocación la Virgen del Carmen, y que la Asociación de Vecinos «Julio Romero de Torres» comenzara en 1980 a organizar una verbena popular, en honor a la patrona del mar, fiesta que ha continuado hasta nuestros días.

Por ello el 16 de julio cientos de sampedreños, también personas llegadas de otros lugares, acompañan a la imagen de la Virgen desde el barrio azucarero hasta la orilla del mar. Y si las olas no lo impiden la embarcan para un paseo en medio de la admiración y la devoción de los allí presentes.

Llega el momento sublime, unión del pueblo con el Mediterráneo portador de todas las culturas, demostración de fe popular y sencilla, como su modesta Virgen del Carmen, que no utiliza puerto, ni un gran barco, ni siquiera un lujoso trono. No se necesita nada de eso para gozar de uno de los grandes momentos del calendario de San Pedro Alcántara. Es suficiente contemplar el dual paisaje: al sur el mar y al norte la montaña, al atardecer del 16 de julio. Y compartirlo con los vecinos… mientras se hunden los pies en la arena mojada.  

(Las fotos corresponden al 16 de julio de 2004)

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