Trapiche del Prado 2009

Vista general del trapiche del Prado, octubre de 2009.

En la costa oriental malagueña y en la granadina son muy numerosos los testimonios arquitectónicos del pasado azucarero, que hasta fechas recientes molieron la caña.
En nuestra costa, la occidental, la actividad industrial y agrícola sacarina había cesado mucho antes, y el patrimonio industrial y preindustrial azucarero no es tan abundante, pero no por ello carecemos de ejemplos suficientemente representativos.
Aparte del Ingenio Grande de Manilva, que funcionó desde mediados del siglo XVII hasta mediados del XVIII, es en el municipio de Marbella donde disponemos de bastantes ejemplos ligados al cultivo de lo que fue durante mucho tiempo el cultivo más rentable que producían estas tierras: la caña dulce.
Al norte de la ciudad de Marbella se levantan todavía los restos del trapiche del Prado. Con datos que arrancan en 1644 son varios los autores que se han ocupado de su historia, especialmente José Pérez Vidal (Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 1971) y Lucía Prieto Borrego (revista Cilniana, 1996 y revista Baetica, 2008)

En el cortijo de Miraflores también se conservan elementos muy representativos de otro trapiche, levantado para hacerle la competencia al del Prado, a mediados del siglo XVIII, empeño de los todopoderosos Domínguez.
En San Pedro Alcántara la construcción del trapiche de Guadaiza sustituyó al del Prado en la década de 1820, motivado por la abundancia de tierra, agua y el alejamiento de los intereses localistas de la clase dirigente marbellera. Al crearse la colonia agrícola, se reutilizaría para granja escuela de capataces. Conservándose, dos edificios, los arcos terminales de un acueducto y una alberca.
También en San Pedro Alcántara el edificio de la Alcoholera es el hito actual más significativo del antiguo complejo fabril. Otros edificios, en manos de particulares, nos recuerdan la importancia de un barrio, El Ingenio, clave en el proyecto emprendido por el marqués del Duero.
En El Ángel, también colonia agrícola y azucarera después de ser ferrería, un magnífico jardín recuerda su esplendoroso pasado, junto con los embalses construidos para regar los cañaverales: el Viejo y el Nuevo.
A estos embalses hay que sumar el de las Medranas, el de la Leche y el de Cancelada, todos de la colonia de San Pedro Alcántara, situados respectivamente en los términos de Marbella, Benahavís y Estepona.
Esta riqueza patrimonial, que abarca más de trescientos años de actividad azucarera, no es correspondida con la adecuada conservación y difusión por parte del Ayuntamiento de Marbella. Al contrario, el deterioro de los elementos citados es palpable y en algunos casos irreversible (sufriendo de un abandono que tienen un denominador común con los yacimientos arqueológicos de Las Bóvedas, Vega del Mar o Río Verde).
Es por ello que Lucía Prieto ha levantado su voz una vez más (diario Sur del 3 de marzo) para reivindicar, una actuación que proteja y dignifique el trapiche del Prado, que a comienzos del siglo XIX se convirtió en uno de los establecimientos preindustriales andaluces más modernos, tras la inversión del belga Enrique Grivegnée que lo dotó de la tecnología más adelantada del momento: diario Sur del 3 de marzo.   Además, el abandono de la actividad fabril en El Prado, y la apertura por parte del nuevo propietario, Juan de Lesseps, del establecimiento de Guadaiza, en 1823, y la erección de una moderna fábrica de azúcar en el actual barrio de El Ingenio en San Pedro Alcántara, en 1871, hizo que El Prado no sufriera los cambios estructurales que experimentaron otros trapiches para adaptarse a la nueva maquinaria de vapor, propias de la revolución industrial. De ahí que su reconversión para nuevos usos, por ejemplo bodega, que sería su última utilización a comienzos del siglo XX, respetase más el edificio y se haya podido conservar mejor su tipología preindustrial.
De este modo, podemos considerar, a falta de nuevas excavaciones arqueológicas y posteriores estudios, que el trapiche del Prado pudiera ser la muestra más representativa del sector preindustrial azucarero malagueño, e incluso andaluz, por lo que es imprescindible profundizar en su investigación, en apoyo de su conservación y revalorización como uno de los elementos más representativos del patrimonio histórico municipal con tres siglos y medio de historia.
Los trapiches del Prado, Miraflores y Guadaiza no merecen ser por más tiempo los tres tristes trapiches de nuestro patrimonio histórico.

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