El programa tiene 121 años. Bien se merece un comentario, por ser el más antiguo que conocemos, por ahora, y por trasladarnos como fue esa feria. Y si no fue la primera, porque habría otras antes, se trató de ¡una feria de primera! De postín. Fiesta para regocijo de los habitantes de San Pedro Alcántara y de los pueblos cercanos. Bienvenidos eran. Bienvenidos son.

Aunque el pasquín, conservado y divulgado por la familia Amores, no anuncia feria, sino fiestas, exactamente GRANDES FIESTAS. Así, en la portada un marco floreado encierra la leyenda: “Grandes Fiestas en San Pedro Alcántara, en los días 19 y 20 de octubre de 1896”. Tiene como figura central una rolliza mujer que enseña las pantorrillas, quien toca un bombo con la mano izquierda, mientras que en la derecha lleva unos platillos, anuncio de jornadas de jolgorio y ruptura con lo cotidiano, imagen que contrasta con dos modosos angelitos que custodian las esquinas inferiores del recuadro. Festividad religiosa y profana.

El alarde tipográfico continúa en el interior donde se alternan diferentes tipos de letras a distintos tamaños y un par de dibujos, en uno un banderillero cita al toro, referencia a la capea y lidia de reses bravas que estaban previstas, y en el otro un arlequín con su característico traje a rombos aparece con ademán de desplazarse, invitando a los juegos, a la cucaña o al baile.

Metidos de lleno en el programa, hay que anotar que no hay víspera. Ya que las fiestas comienzan el mismo día 19, correspondiente al Santo Patrón. Y en cuanto a la duración es de tan sólo dos días, 19 y 20, que les sabrían a poco a los trabajadores de la colonia, del campo y de la fábrica.

El primer día la Banda de Música de la vecina Marbella despertarían a los sampedreños con una diana a las 6 de la mañana (quizá haya que sumarle un par de dígitos por los cambios modernos en los horarios). La parte religiosa del programa se abre a las diez de la mañana con una misa solemne cantada, debida al compositor Calahorra. Y tras el panegírico del santo alcantarino por parte de un reconocido sacerdote, la imagen de San Pedro de Alcántara recorrería las calles del pueblo.

Concluida la sección religiosa todo sería fiesta. A las dos de la tarde juegos infantiles y elevación de globos y fantoches. Mientras que a las cuatro llegaría la diversión para los mayores, primero con una capea de reses bravas donde los más valientes del lugar se lucirían ante sus paisanos. Y por fin la corrida, a cargo del diestro malagueño Tomás Monge, alias El Pata, que ayudado de su cuadrilla daría muerte a un novillo. Toda una consideración, ya que en otros pueblos la res después de la lidia era devuelta viva a los corrales. Pero en San Pedro Alcántara, no. Para eso tenía su propia y acreditada ganadería. Tenía que notarse el poderío económico de la compañía propietaria de la gran finca, en esos años la francesa Société Sucrière de la Colonie de San Pedro Alcántara, dispuesta a derrochar en los días feriados.

Delicados farolillos de papel, o sea iluminación a la veneciana, adornarían y darían esplendor al baile en la plaza de la Iglesia. Imaginemos la bella plaza, circundada por el grandioso templo, la Villa de San Luis, la Casa Administración (de Robledano), la Casa de Dependientes (Casillas Nuevas) y las demás viviendas. En su centro música y baile para todos.

El día 20 la banda marbellí repetiría diana. Y a las diez habría carreras de cintas con burros, y también los mismos animales competirían en una carrera con premio… al más lento. Seguiría una cucaña. Y a las dos de la tarde volverían los juegos para niños

Lo más original de este programa de 1896 es lo que venía a continuación. “Grandes moragas andaluzas”. La celebración, con guitarras y otros instrumentos, se trasladaba a la playa, toda una originalidad y acierto, para degustar espetos, antiguo plato de pobres que se ha convertido en manjar de ricos por sus precios actuales. Y se advierte que quien desee utilizar cubiertos tiene que llevarlos, pues la costumbre es no utilizarlos. Aquí leemos entre líneas una advertencia a los empleados, técnicos y dirigentes, extranjeros y también españoles, que no estaban acostumbrados a manejar las sardinas con los dedos. Ese grupo selecto de personas podrían disfrutar en los almacenes de la playa de un “Gran baile de sociedad”. Ignoramos que haría mientras tanto el común de los mortales. Lo que sí sabemos es que a los doce la banda entonó una retreta como fin de la festividad. Al día siguiente tocaba incorporarse a la dura labor de cada día. Pero todos recordarían que en 1896 tuvo lugar una ¡feria de primera!, anunciadas como GRANDES FIESTAS EN SAN PEDRO ALCÁNTARA.

Publicado en el programa de la Feria y Fiestas de San Pedro Alcántara de 2017.

 

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