El ingeniero Enrique Cremades y el presidente de la Sociedad General Azucarera de España, Joaquín Sánchez de Toca, acompañado de su esposa, llegaron en tren a Málaga, el 31 de marzo de 1920, y en seguida marcharon en automóvil a San Pedro Alcántara, colonia propiedad de la compañía.
La prensa ignoraba el objeto del viaje. Nos aventuramos a una explicación. Quizá Sánchez de Toca tenía un doble motivo, la de comprobar por sí mismo los avances agrarios en la finca, en la que tanto invertía la sociedad, en especial en el cultivo del algodón, experiencia que dirigía el prestigioso agrónomo Cremades. A su vez disfrutar de descanso, era Miércoles Santo, iba el político-financiero con su esposa y la colonia disponía de cultivos casi tropicales y amplios jardines junto a la residencia de los empleados de más categoría, que junto con el suave clima predecían una agradable estancia.
Lo que no le apetecía a don Joaquín, quien era en esos momentos presidente del Senado, había sido ministro varias veces e incluso presidente del Gobierno, fue atender a las autoridades y personalidades del Partido Conservador, ya que cuando estos acudieron a la estación de ferrocarril a cumplimentarlo ya se había marchado de Málaga. Un esquinazo en toda regla.

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