Un año más, recordamos el 27 de junio de 1874, cuando el marqués del Duero cayó mortalmente herido en las tierras de Abárzuza (Navarra), en el transcurso de la Tercera Guerra Carlista, en defensa del Estado liberal.
En esta ocasión, reproducimos un número de La Madeja Política, revista satírica que criticaba abiertamente a políticos de diferentes partidos. Sin embargo, los editores no dudaron en dedicarle de forma elogiosa, tras su muerte, un número completo, el 11 de julio de 1874, a Manuel de la Concha, «héroe de la libertad».
Publicada desde 1869 hasta 1876 en Barcelona recibió otros nombres, como La Flaca o La Carcajada, para eludir la censura. Posee un marcado carácter republicano y anticarlista, por lo que esta ideología suponía de absolutismo y pérdida de los valores liberales. Y Manuel de la Concha había combatido en las tres contiendas contra los reaccionarios. En la Primera Guerra Carlista se había forjado como combatiente y táctico, durante la Segunda o de los Matiners, cuyo escenario principal fueron tierras catalanas, la victoria le proporcionó el ascenso a capitán general del Ejército, y en la Tercera se puso a las órdenes del Gobierno, a pesar de su edad y sus achaques, logrando relevantes victorias hasta caer en la batalla de Monte Muru, «Peña Muro» se escribe en la revista, previa al objetivo de conquistar Estella, la capital de los insurrectos.
Este número tiene cuatro páginas y la reproducimos a un tamaño similar a la original, de la colección particular de José Luis Casado. La primera o portada reúne los hechos más notables de la trayectoria del militar; en las páginas segunda y tercera se puede ver una caricatura a color (lo que suponía un avance en la prensa de la época) del general con uniforme de campaña a lomos de un caballo blanco, a tamaño doble, un verdadero cartel, que hemos reducido a la mitad; mientras que en la cuarta página se recogen diversas notas sobre el personaje.
Entre estas últimas, dos referencias a la colonia de San Pedro Alcántara: «Vicisitudes de fortuna y explotaciones agrícolas a que era muy aficionado, le habían empobrecido… Parece que el testamento del ilustre general, dispone entre otras cosas, que su cuerpo sea enterrado en el panteón de la colonia agrícola, fundada en Málaga por el testador, en donde descansan los restos de su esposa». Extremo que no se llevó a cabo, pues en el momento de la muerte del militar, la colonia pertenecía a otros dueños.
El marqués del Duero era muy conocido en Cataluña, ya que en cuatro ocasiones ocupó la Capitanía General de la región, y admirado, sobre todo en 1849, tras la victoria sobre los carlistas en la Guerra de los Matiners, cuando fue llamado el Pacificador. Se preocupó en distintas ocasiones por los obreros, así promovió las obras del derribo de las murallas de la ciudad, que proporcionó trabajo a los más necesitados. Asimismo, gozó de la confianza de los fabricantes, al actuar como defensor de sus intereses proteccionistas ante el Gobierno. Finalmente, en 1854 fue elegido diputado por Barcelona para las Cortes Constituyentes del bienio progresista.
Por otra parte, quizá el conocimiento directo de los avances económicos y tecnológicos de Cataluña en el conjunto de España, proporcionó al marqués del Duero un modelo para aplicar las técnicas más modernas allí observadas en el latifundio que conformó en la costa occidental malagueña para establecer la colonia agrícola de San Pedro Alcántara.
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