Un hecho que trascendió el ámbito personal para incidir en el proyecto empresarial de Manuel Gutiérrez de la Concha fue la muerte de su esposa, acaecida en diciembre de 1871. Debió pesar mucho en el aspecto afectivo pero también en su proyecto sobre la colonia de San Pedro Alcántara, viéndose obligado a desprenderse de ella. En primer lugar pasó a la única hija de ambos y heredera de los bienes de su madre, Petra de Alcántara Gutiérrez de la Concha y Tovar (1846-1908), casada con el marqués de Sardoal,[1] pero ésta tuvo que venderla (en escritura privada en octubre de 1873, hecha pública en marzo de 1874) a los dos mayores prestamistas que habían financiado el proyecto, Joaquín de la Gándara y Luis de Cuadra, porque los ingresos de la explotación agroindustrial no daban ni siquiera para abonar los intereses de los préstamos.

En medio de estas vicisitudes Manuel de la Concha, a pesar de ser uno de los grandes derrotados en la Revolución de 1868, no dejó de interesarse por la política durante los años del Sexenio. El 30 de diciembre de 1869 recibía en Cartagena al nuevo monarca, Amadeo de Saboya, al tiempo que le daba cuenta del trágico fin del presidente del Gobierno, el general Prim.[2] Presentado a las elecciones para senador, fue elegido por la provincia de Málaga en la legislatura de 1871 y en la de 1872 (que suspendería sus sesiones el 14 de junio y sería la última en la que ocupó un escaño en la Cámara Alta).[3] También en febrero de este último año fue nombrado vicepresidente del recién constituido Consejo Superior de Agricultura, por decreto del entonces ministro de Fomento, Francisco Romero Robledo.[4]

Proclamada la República (febrero de 1873), se reunieron en casa del marqués del Duero hasta veinte generales para ofrecer sus espadas a Nicolás María Rivero, presidente del Congreso, por si era necesario para mantener el orden.[5] De igual modo participó en las reuniones posteriores al golpe de Pavía (enero de 1874) donde se dilucidó mantener la forma republicana bajo la presidencia del general Serrano.[6]

Al mismo tiempo seguía acumulando reconocimiento por parte de sus compañeros de armas. Así, en 1871 pronunció el discurso inaugural del Ateneo del Ejército y de la Armada, del cual fue nombrado presidente.[7]

Pero sería en abril de 1874 cuando ocupó de nuevo las primeras páginas de la prensa nacional al ser nombrado general de un cuerpo de ejército en la Tercera Guerra Carlista. Considerado uno de los militares de mayor prestigio de la nación, fue llamado por Francisco Serrano, presidente de la agonizante Primera República, para que lo acompañara en lo que debía ser la campaña definitiva contra los carlistas. Después de una entrada triunfal en Bilbao el 2 de mayo de 1874, tras la liberación del cerco al que había estado sometida por el enemigo, Serrano regresó a Madrid y Concha quedó como general en jefe del Ejército del Norte. Continuó los avances en el escenario bélico a la vez que en el político se preparaba, bajo la dirección de Cánovas del Castillo, para la proclamación como rey del exiliado príncipe Alfonso. Concha participaba del pronunciamiento, pero antes pretendía conquistar Estella, considerada la capital del otro bando. Muy cerca de ella, en la batalla de Monte Muru —Abárzuza en la bibliografía carlista— una bala acabó con su vida el 27 de junio de 1874. Su muerte provocó la desbandada del ejército liberal a la vez que el retraso de la victoria definitiva.[8]

A pesar del revés económico, muchos especialistas reconocieron su mérito, como Ramón Torres Muñoz de Luna. ingeniero agrónomo y catedrático de Química general de la Universidad Central, quien elogiaba en 1881 dos figuras en relación al progreso de la agricultura en España, Fermín Caballero y el marqués del Duero:

 Igualmente creo deber consignar en este momento algunas frases de altísima gratitud a la memoria del inolvidable señor marqués del Duero, del gran militar, del ilustre caballero que no tan solo regó profusamente con su sangre los campos de batalla y selló su heroísmo cumpliendo como bueno y distinguido capitán, muriendo gloriosamente al frente de sus soldados, sino que además comprometió su fortuna por desenvolver la riqueza agrícola de nuestro país, creando una importante colonia; modelo y ejemplo de lo que puede el amor patrio de un hijo ilustre de la noble España.[9]

 Estos hechos, los de su muerte y los preparativos para la restauración borbónica, cuenta con amplias referencias historiográficas, como la del marqués de Lema, que menciona también su faceta empresarial:

 Concha, como otros muchos hombres de talento, fue calamitoso para su familia… Así ocurrió con la gran colonia de San Pedro de Alcántara, en la provincia de Málaga. Entre las locuras del marqués del Duero y los vicios de su yerno, el marqués de Sardoal, la considerable fortuna de la condesa de Cancelada, esposa de aquél, llegó casi destruida a la siguiente generación.[10]

 Carlos Seco no está de acuerdo con la «locura» que le achaca Lema. Para Seco «el riesgo rebasó las previsiones», en las empresas económicas, al igual que podía pasar en la vida militar.[11]

 De igual modo, Manuel Espadas se ocupa del marqués del Duero con cierta extensión en un capítulo de su libro sobre la restauración en el trono de Alfonso XII, valorándolo como militar y en menor medida como político y empresario:[12]

 Si sus condiciones de político no corrían paralelas a su clase de soldado, tampoco sus aficiones financieras le depararon mucho éxito. Casado con la condesa de Cancelada, cuya fortuna fue en parte derrochada por sus proyectos industriales y agrícolas, la ya mermada herencia que recibió su única hija terminó de dilapidarla su yerno el marqués de Sardoal.[13]

 Así acabó su vida Manuel Gutiérrez de la Concha, al que se le rindieron honores de héroe nacional, aunque según algunos autores pronto se le olvidó.[14] Sus restos mortales descansan hoy en el Panteón de Hombres Ilustres de la Basílica de Atocha, de Madrid.[15] De igual modo, en la capital de España, en una rotonda del Paseo de la Castellana, se levantó una estatua ecuestre en su honor.[16] Un inesperado final para aquel niño nacido en la América española en 1808, el cual había alcanzado la cima en su carrera militar y se había codeado con el poder político de mediados del ochocientos, pero que en sus últimos años había fracasado como empresario en San Pedro Alcántara, un lugar que además de intentar convertir en ejemplo de innovación agroindustrial estaba llamado a ser su retiro dorado en la ancianidad, de lo que no cabe ninguna duda, ya que en su testamento expresaba, al igual que lo hacía su esposa en el suyo, que su cuerpo fuese enterrado en el cementerio de la colonia:

 Quiero que mi cadáver sin ser embalsamado, con el uniforme de capitán general del Ejército, sea colocado en una caja sencilla sobre el suelo de la iglesia con cuatro hachones, pues prohíbo toda clase de ostentación y lujo. Después de dicha la misa de cuerpo presente será conducido a hombros de soldados al cementerio donde deba depositarse hasta que mis hermanos resuelvan sea trasladado al cementerio de la colonia de San Pedro Alcántara, término de Marbella, fundada por mí durante mi matrimonio con doña Francisca Tovar y Gasca, condesa de Cancelada, marquesa de Revilla, y donde también debe ser trasladado el cadáver de mi mujer, según su última voluntad.[17]

 Extraído de:

 La colonia agrícola de San Pedro Alcántara. 1857-1910, de José L Casado Bellagarza

  

 

 


[1] Con el que había contraído matrimonio en 1866. El marqués de Sardoal, Ángel Carvajal y Fernández de Córdoba (1841-1898), pertenecía a una familia de la nobleza dueña de grandes propiedades cuyo título de más abolengo era el ducado de Abrantes, que heredaría a la muerte de su padre (1890). Sin embargo, su participación política se alejó de posturas conservadoras. Licenciado en Derecho, durante el Sexenio Democrático se incorporó al Partido Radical y al final de este periodo apoyó la figura de Amadeo de Saboya como nuevo rey de España. Fue diputado y senador; alcalde de Madrid en 1872 y en 1874 y presidente de la Diputación Provincial de Madrid en 1886. Su máxima responsabilidad política la alcanzó, siendo miembro del Partido Liberal entre octubre de 1883 y enero de 1884, como ministro de Fomento en el Gobierno de Posada Herrera. Su desmedida afición al juego le acarreó graves problemas económicos, que también afectaron al patrimonio de su esposa, especialmente desde que ésta recibió la herencia de sus padres. Carasa (1997a), pp. 190-191 y Cano (2010).

[2] Bastarreche (2007), p. 339.

[3] La primera elección tuvo lugar en Málaga el 21 de marzo de 1871, la segunda el 15 de abril de 1872. AS, leg. HIS/0146/5, Expediente personal del senador marqués del Duero.

[4] Decreto de 23 de febrero de 1872, Gaceta de Madrid, 24 de febrero de 1872. El presidente del consejo era Francisco Serrano, duque de la Torre, mientras que el marqués del Duero aparece como el primero de los cuatro vicepresidentes.

[5] Lema (1927), pp. 495-500. Ruiz de Azúa (2005), pp. 32-33, en este trabajo la autora, conocedora del archivo personal del marqués, traza una magnífica reseña de quien considera «poliédrico» personaje.

[6] Fernández Almagro (1967), pp. 213-215.

[7] Duero (1871), pp. 12-17.

[8] La escena de su mortal herida fue reproducida en periódicos ilustrados de todo el mundo, como se puede consultar en la tesis doctoral de María Dolores Bastida de la Calle (1993), o en algunos de sus artículos, como en Bastida (1990). Las noticias de su muerte en La Ilustración Española y Americana y en la Gaceta de Madrid en Casado (2006b). Por su parte Pablo Larraz (2013) ha publicado un exhaustivo estudio dedicado a la batalla y al fallecimiento posterior en Casa Munárriz en Abárzuza, donde tenía establecido su cuartel general. Queremos hacer constar aquí nuestro reconocimiento a María Jesús Munárriz y a su familia, propietaria de la casa, quien siguiendo una noble tradición familiar conserva la cama donde murió Concha y otros objetos de la época, en un verdadero homenaje al militar liberal, y que nos recibió con toda hospitalidad en febrero de 2012.

[9] Torres (1881), pp. 12-13.

[10] Lema (1927), pp. 675-676.

[11] Opina que Lema muestra antipatía hacia al general Concha, Seco (1986), p. 46.

[12] Espadas (1975), pp. 327-335, un texto casi idéntico en una obra colectiva sobre historia del Ejército español, Espadas (1987), pp. 135-138.

[13] Espadas (1975), p. 329.

[14] Ibídem p. 335, citando fuentes diplomáticas francesas.

[15] Para el Panteón véase Fuentes y Tevar (1992) y Boyd (2004).

[16] Inaugurada el 27 de junio de 1885, Melendreras (1992).

[17] Testamento cerrado que hizo el 27 de marzo de 1874 y se protocolizó el 28 del mismo mes en la notaría de Vicente Callejo Sanz. AHPM, leg. 31.134. fols. 7.168-7.476.Inventario y partición de los bienes de los marqueses del Duero. Madrid, 31 de diciembre de 1875. Las líneas transcritas en el fol. 7.206 v.

La niña de la fotografía es María del Carmen Carvajal y del Alcázar, biznieta del marqués del Duero. La vemos acompañada de su madre. Su padre, Manuel Bernardino Carvajal y Gutiérrez de la Concha, nieto del fundador de San Pedro Alcántara, había fallecido. Por lo cual era llamada en la prensa de la época «la marquesita del Duero», como heredera de dicho título, y de otros como el marquesado de Revilla y los condados de Cancelada y Lences, que había poseído la esposa del marqués del Duero, pero también de algunos más que le llegó por parte del yerno de éste, siendo el ducado de Abrantes el más importante.

Al lector interesado lo remitimos al artículo publicado en la revista número 6 de la Hermandad de San Pedro de Alcántara, publicada en octubre de 2014, donde a través de lazos familiares, el autor (José Luis Casado Bellagarza), defiende que el nombre de la colonia, San Pedro Alcántara, se debe al cariño y admiración que sentía Manuel Gutiérrez de la Concha por su madre, Petrona o Petra de Irigoyen, nombre que también llevaría su única hija: Petra de Alcántara Gutiérrez de la Concha. Ya que la devoción de la familia iba más por la Virgen del Carmen, como se demuestra con algunos documentos que se aportan en el citado artículo, que se puede descargar aquí:

SanPedroAlcantaraTieneNombredeMujer

 

Manuel Gutiérrez de la Concha (1808-1874) utilizó el título de marqués de Revilla (consorte), y así firmaba en muchos documentos, tal como le correspondía por su matrimonio con Francisca de Paula Tovar, además condesa de Cancelada y de Lences. El marquesado de Revilla se remonta a 1693, cuando el rey Carlos II le concedió a Diego Gasca de la Vega y Dávila, regidor perpetuo de Valladolid, dicho marquesado. Desde 1848 De la Concha emplearía su título propio, marqués del Duero, otorgado por la reina Isabel II. Una de las calles de la primitiva colonia de San Pedro Alcántara, situada en el lateral sur del templo parroquial, lleva por ese motivo el nombre de Revilla.

Los títulos de Duero y Revilla permanecieron unidos en la misma persona hasta que María del Carmen Carvajal y Alcázar, IV marquesa del Duero, decidió concederle el marquesado de Revilla a su hija María de la Soledad, que tras las vicisitudes de la Segunda República y la Guerra Civil logró que se le rehabilitara por Orden de 14 de enero de 1950.

Tras la muerte de María de la Soledad Zuleta Reales y Carvajal el título recayó, en el año 2000, en su hijo Francisco de Borja Otero y Zuleta Reales, nacido en 1947 y casado con Amalia Caamaño y de Palacio, marquesa del Llano de San Javier.

El 14 de octubre de 2008, desde el balcón de la Villa de San Luis, pronunció el pregón de la feria de San Pedro Alcántara el actual marqués de Revilla (momento que recoge la fotografía), descendiente del primer marqués del Duero, fundador de la colonia agrícola que dio origen a nuestro pueblo.

 

Cartel Conferencia Padres MD

La Asociación San Pedro Alcántara 1860 ha organizado para el próximo martes 26 de junio a las 20,30 horas, en el Hotel NH de San Pedro Alcántara. una conferencia en recuerdo del marqués del Duero, homenaje que continuará el día 27 con una ofrenda ante el monumento del fundador de la colonia que llevará a cabo la Hermandad del Santo Patrón.

El día 26 la conferencia  nos acercará a la figura del marqués del Duero a través de sus padres: el marino Juan Gutiérrez de la Concha y Mazón, gobernador en Córdoba de Tucumán (Argentina) ciudad donde nació Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen en 1808, y de su madre: Petrona de Irigoyen de la Quintana. Conferencia que será pronunciada por el investigador Carlos Pesado Riccardi. Licenciado en Historia por la Universidad del Salvador de Buenos Aires reside desde hace varios años en España, donde curso el máster de especialización en Historia del Mundo Hispánico en el Consejo Superio de Investigaciones Científicas.

Publicó en 2007 el libro Gutiérrez de la Concha: una vida para el rey, una biografía del padre de Manuel Gutiérrez de la Concha. Y en la actualidad prepara su tesis doctoral sobre el citado personaje: el brigadier Juan Gutiérrez de la Concha y la Real Armada española en los tiempos de la revolución en el virreinato del Río de la Plata que daría la independencia a Argentina en 1810.

Carlos Pesado ha sido en Argentina premio Academia Nacional de la Historia en 1999 por su expediente académico y pertenece a diversas sociedades históricas de este país, entre ellas el Instituto Histórico Santiago de Liniers, que recibe el nombre de quien fue virrey del Río de la Plata y compañero de armas de Juan Gutiérrez de la Concha. También ha organizado diversos actos en los últimos años en Esles (Santander), lugar de nacimiento de Gutiérrez de la Concha, y en San Fernando (Cádiz), en cuyo Panteón de Marinos Ilustres reposan sus restos y los de Liniers.

Para más información puede verse en este mismo blog:

Datos sobre el libro GUTIÉRREZ DE LA CONCHA. UNA VIDA PARA EL REY

 Reseña biográfica sobre JUAN GUTIÉRREZ DE LA CONCHA

 

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Álvaro Reynoso Valdés (1829-1888) está considerado el padre de la agricultura científica cubana. Amplió estudios en Europa, se doctoró en Ciencias en París en 1856 y se relacionó con reputados investigadores de Alemania y de España. Especializado en química aplicada al estudio de las plantas y el suelo, propuso a su vuelta a Cuba un nuevo sistema para el tratamiento de la caña de azúcar, basado en el cultivo intensivo de la misma, con el empleo de fertilizantes y regadío, que pretendía reducir el área de la caña para diversificar la agricultura y eliminar gradualmente la esclavitud. Fracasó en su intento, pues sus métodos no se pusieron en práctica hasta después de la revolución comunista a mediados del siglo XX. Sin embargo en Java y Estados Unidos sí triunfó su teoría, que había defendido en un libro, Ensayo sobre el cultivo de la caña de azúcar (1862, 1865, 1865, 1868, 1878), que fue editado además de La Habana en Madrid, París, Río de Janeiro y Rotterdam. Esta «biblia cañera», en palabras de Manuel Moreno Fraginals (2001), es la obra cumbre sobre el tema azucarero en su época, «un destello luminoso que puso de relieve la ignorancia de los azucareros y la barbarie a que estaba sometida la agricultura como resultado de la base esclava».

Manuel Gutiérrez de la Concha, fundador de la colonia agrícola de San Pedro Alcántara, deseoso de introducir en lo que sería la base económica de la misma: el cultivo de la caña de azúcar, los métodos más modernos, entabló una fluida relación con Álvaro Reynoso, de la cual se conserva abundante correspondencia, en la cual el agrónomo cubano informa y aconseja al marqués del Duero sobre diversos temas agrarios e industriales -como fue el montaje de la fábrica azucarera, que se abriría en la colonia en 1871-.

Como muestra del aprecio a Manuel Gutiérrez de la Concha, Álvaro Reynoso le dedicó su obra titulada Apuntes acerca de varios cultivos cubanos (1867), según podemos ver en la fotografía que encabeza este artículo. Este libro, junto con otros del insigne científico cubano, puede consultarse en versión digital en la web de la Biblioteca Nacional de España.