Geografía y Medio Ambiente de San Pedro Alcántara

San Pedro Alcántara gozaba, hasta ahora, de una notable entrada por la antigua carretera nacional 340, ahora Bulevar. A la izquierda, la visión de unas terrazas escalonadas de un edificio suavizaba su impacto visual y recordaba la cubierta de un barco, cuanto más, hace pocos años, el emblema del Banco Atlántico se representaba con un velero en la última planta. Mientras, a la derecha, a comienzos de la década de 1980 (tras derribar el edificio de la cooperativa agrícola y escuela de niños, antes hospital de la colonia) una gran masa compuesta de palmeras, pero también de un magnífico pino, junto con cipreses, magnolios, yucas, dragos y otra vegetación, como los papiros que rodeaban la fuente, ofrecían un contrapunto muy necesario en un pueblo, que como todos los de la Costa del Sol, estaban tan necesarios de zonas verdes, y que además enlazaba con un palmeral centenario situada más arriba.

En el otoño de 2003 las palmeras de este último conjunto comenzaron a estar amenazadas por las obras de un aparcamiento subterráneo en la calle Marqués del Duero, que pretendía eliminar la hilera más próxima a la calzada. Un proyecto aprobado por el entonces gobierno municipal formado por una escisión de gilistas, junto con exsocialistas y exandalucistas.

Sin embargo, un fuerte movimiento vecinal consiguió que se respetaran, lográndolo frente a los argumentos esgrimidos en primera instancia por la teniente de alcalde de San Pedro Alcántara, de que no se perderían o que serían trasplantadas a otros lugares. Coordinaba la protesta, una plataforma formada por representantes de GIM-SP, Ecologistas en Acción, Asociación Cilniana, Asociación Desarrollo por San Pedro e ISP.

Como consecuencia de ello, el proyecto del aparcamiento se modificó en la Junta de Gobierno local, de acuerdo con la petición de la plataforma. Las dos hileras de palmeras, en total 14 de la especie canaria, se mantuvieron, aunque al no respetarse ciertas normas, recogidas en las ordenanzas municipales, como el evitar cimientos cercanos a las raíces de las palmeras, se fueron perdiendo algunas de ellas en los años siguientes, junto con la devastadora plaga del picudo rojo. En los años transcurridos entre 2004 y 2016, los sucesivos gobernantes de la Tenencia de Alcaldía no replantaron las que se perdieron, ni adoptaron medidas eficaces para frenar la plaga del picudo. En definitiva, las dejaron morir. Por lo cual, de las 14 originales sólo quedan 3, bastante afectadas por el picudo.

En 2017, la remodelación de la calle del Marqués del Duero, tampoco supuso, en contra de cualquier planeamiento razonable y coherente con el patrimonio medioambiental de San Pedro Alcántara, la reposición de las centenarias palmeras. Sentenciadas y muertas.

El predominio de un entorno más llano, con grandes espacios abiertos en la costa occidental del municipio, hace que las playas situadas en ella, por ejemplo la de San Pedro Alcántara, disfruten de un potencial de visualización más elevado que las de la costa oriental.

Además, una inclinación más profunda favorece una mayor visibilidad no sólo de la ensenada, sino también del cordón de sierras litorales. Un horizonte marcado al norte por Sierra Bermeja, la Sierra de las Nieves y Sierra Blanca, que no es raro observar nevadas algunos días de invierno.

Por otra parte, en los días claros, la costa del Norte de África se divisa al otro lado del Mediterráneo, así como el estrecho de Gibraltar, enmarcado entre las moles montañosas denominadas desde la antigüedad las Columnas de Hércules.

En esta unidad de paisaje, el grado más alto de calidad corresponde a los tramos con presencia de masa arbolada, como el eucaliptal en torno a la basílica de Vega del Mar, donde se conjugan el patrimonio natural y el histórico.

Adaptado de la Guía Geográfica de Marbella (1983), de Juan Oliva Espallardo.

 

Las Medranas y autopista de peaje 

Sobre la contaminación del embalse de las Medranas, en las cercanías de San Pedro Alcántara, se presentó un trabajo en el IX Congreso Nacional de Sanidad Ambiental, que se celebró en Sevilla en 2007, y que fue elaborado por A. Ortiz Domínguez y M. Cruz Díaz (del Distrito Sanitario de la Costa del Sol, Zona Básica de Salud de Marbella), J. M. Martínez Pérez (de la Delegación de Salud del Ayuntamiento de Marbella) y J. Benítez Mairal y F. Cuesta Piñero (de la Patrulla del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de Marbella).En el trabajo se plantea evaluar la posible contaminación del embalse de las Medranas, basándose en los distintos episodios de mortandad de peces habidas en el mismo, y promover las medidas para corregir dicha contaminación.

Se especifica el material y método empleados, acompañando gráficos y mapas de los mismos y se presentan los resultados, los cuales fueron enviados a los Ayuntamientos de Marbella y Benahavís, así como a la Delegación Provincial de Salud de la Junta de Andalucía.

Una de las conclusiones es que los saneamientos que vierten en torno al embalse, tanto municipales como particulares, hacen que no se puede asegurar la calidad de agua del mismo y como consecuencia garantizar la salud de los usuarios de la instalaciones deportivas, que desde el año 1991, existen en las Medranas.

El trabajo se puede consultar completo en el siguiente documento en PDF:

Riesgos para la salud en las Medranas

Eucaliptos atardecer

El eucalipto se plantó en San Pedro Alcántara, desde los inicios de la colonia agrícola, con diversas finalidades. En primer lugar, por la necesidad de desecar las zonas encharcadas, especialmente las que se encontraban en la desembocadura de los ríos, para evitar la propagación del paludismo, primera causa de mortalidad entre los primeros habitantes. Además el crecimiento rápido del árbol lo hacía ideal para el suministro de madera con destino a diferentes usos, entre ellos el de  combustible de las fábricas de azúcar, de alcohol o de electricidad.

Ahora una plaga, el psílido del escudo, amenaza a estos árboles, algunos de gran porte, que forman parten del paisaje de la localidad, ya sea en solitario o formando bosquecillos, que no son más que un leve recuerdo de los miles de ejemplares que se extendían por las tierras del latifundio.

Esperemos que desde las administraciones, la local y la autonómica, se pongan las medidas necesarias para protegerlos y no ocurra como con las palmeras y su plaga del picudo, que sigue causando numerosas bajas.

En días sucesivos iremos ampliando este artículo con textos y fotografías

Artículo de Hugo Simón en Sur, 31 de octubre de 2009

Artículo de Miguel Nieto en Sur, 2 de noviembre de 2009

Dunas portada libro

Imaginemos kilómetros de playas de arena blanca, con una anchura superior al centenar de metros. Bañadas por el cálido Mediterráneo, que hace más suave aún su delicioso clima, con un fondo marino variado, de plantas y peces. Las dunas aportan arena después de los temporales de levante o poniente. Las repoblaciones de pinos completan los restos de bosques de alcornoques. Como telón norte las montañas rojas y blancas: Sierra Bermeja y Sierra Blanca. De ellas bajan los ríos Verde, Guadaiza, Guadalmina y Guadalmansa, para regar las tierras que eran cultivadas desde la Antigüedad por señores romanos dueños de villas y termas, hasta pioneros del siglo XIX que las tiñeron de verde color caña de azúcar, pasando por musulmanes que levantaron fortalezas y ciudades.

Este territorio litoral corresponde, correspondía, a los municipios de Manilva, Estepona y Marbella. Paisaje modelado por el hombre hasta mediados del siglo XX, cuando comienza la explotación turística de la comarca. Desde entonces esquilmado por el hombre, especialmente sus playas, paradójicamente su mayor atractivo.

La historia de esa destrucción es la que han recogido en un libro (presentado el pasado 4 de julio en Estepona) un equipo dirigido por el geógrafo José Gómez Zotano, integrado por los biólogos Felipe Román Requena y María Teresa Vizoso Paz, y el arqueólogo Ildefonso Navarro.  Y que ha contado con colaboradores que han aportado documentación, fotografías submarinas, fotografías aéreas hechas para la ocasión o cartografía.

Aunque el propósito de los autores es que los valores que todavía se mantienen desde el río Guadalmansa al río Guadalmina sean conocidos y puedan ser conservados, en especial el complejo dunar de la finca Matas Verdes.

La obra, titulada Dunas litorales y fondos marinos del Saladillo-Matas Verdes (Estepona-Málaga), se ocupa de la zona más oriental del litoral esteponero, pero sus condicionamientos y su problemática se puede extrapolar al resto de la costa occidental malagueña.

Se compone de cuatro partes, la primera trata los aspectos físicos, la flora y la fauna del ámbito terrestre; la segunda los del ámbito marino; en la tercera parte se hace un recorrido histórico por los restos de culturas que poblaron estas tierras, desde el hombre prehistórico a la implantación de los cultivos de la colonia agrícola de San Pedro Alcántara, con abundantes referencias al pasado fenicio, romano o musulmán; la cuarta parte revela el grado de compromiso de los investigadores con el tema tratado, y tras identificar las amenazas del conjunto proponen sus consideraciones acerca de la protección del mismo y sus propuestas para una gestión integrada de la, todavía, riqueza medioambiental de la zona.

El libro ha sido editado por la Asociación  Grupo de Trabajo del Valle del Genal con la colaboración de diversas entidades, y es fruto de una investigación patrocinada por la Obra Social de La Caixa, echándose de menos en éste y otros proyectos culturales de la zona la ayuda de la mayor caja de ahorros andaluza −Unicaja para más señas−, algo que señaló el alcalde de Estepona, David Valadez, en la presentación del libro (uno de los pocos cargos públicos que ha tenido el valor de denunciar las irregularidades financieras, léase corrupción, de la política municipal en la Costa del Sol), el cual se comprometió a proteger la finca de Matas Verdes de la urbanización.

En definitiva, un exhaustivo trabajo de investigación multidisciplinar presentado de forma clara y didáctica, con multitud de cuadros explicativos, gráficos, mapas y fotografías, algunas fruto de una paciencia infinita, como las de flora y fauna, para trasladarnos la idea de que no se puede perder un paisaje único de la costa mediterránea andaluza.

Evolucion Dunas Saladillo Matas Verdes

La fotografía muestra el cambio experimentado en la franja costera entre los ríos Guadalmansa y Guadalmina, con tomas aéreas de los años 1956, 1977, 1994 y 2007.