En 1992 se publicó el número 1 de la revista Rosa Verde, editada por la asociación cultural del mismo nombre que agrupaba sobre todo a alumnos, exalumnos y profesores del Centro de Educación de Adultos de San Pedro Alcántara.

El articulo principal se titulaba «Así nace un pueblo. Vida y costumbres de San Pedro Alcántara (Años 1860-1960)», y fue el resultado de combinar los trabajos de dos equipos de alumnas que en el curso 1988-1989 habían investigado sobre la localidad, basándose en lecturas, entrevistas y recogida de material gráfico, con la coordinación del profesor del centro José Luis Casado Bellagarza, responsable del Taller de Historia Local.

Las alumnas del primer equipo fueron: Milagros Cabanillas, María José González, Clotilde Guerrero, Amalia Herrera, Isabel Periáñez y Antonia Sedeño. Y las del segundo: Remedios Alcántara, Dolores Gil, Francisca Moreno, Inmaculada Navarro y María José del Pino.

Las fotografías cedidas pertenecían a Carmen Durán, familia López, Pepi Beltrán y al Archivo Díaz de Escovar, aunque bien pudieran haber más donantes de imágenes.  Ahora que en las redes sociales se copian y se vuelve a copiar fotos sin citar su origen dejamos aquí constancia de nuestro agradecimiento a aquellas personas que colaboraron en esta primera recopilación de fondos fotográficos que se hizo en San Pedro Alcántara.

Los entrevistados, a los que también queremos dar las gracias por su ayuda en la confección de los trabajos, en número de 31, son nombrados en el artículo donde se recoge el magnífico resultado que lograron las alumnas y que puede verse completo en un archivo de PDF en el enlace: RevistaRosaVerde01AsiNaceUnPuebloPags11a38.

 

Contraportada del libro San Pedro Alcántara y su Semana Santa, de José Castellano

Cada ciencia tiene su vocabulario específico. Así, en la heráldica a los colores se les llama esmaltes y al verde intenso se le denomina sinople. Y tiene su simbología, el sinople representa la esperanza, pero también la constancia, la intrepidez o la amistad, como la que me une con Juan Andrés Duarte, quien me recuerda un texto publicado en este blog donde se recogía cómo en 1934 un grupo de sampedreños lograron la autorización del alcalde de Marbella para procesionar el Viernes Santo a la Virgen de la Soledad, en uno de esos años convulsos para el culto en la calle de imágenes religiosas. Uno de aquellos minoritarios e intrépidos creyentes era abuelo de otro amigo que este viernes de 2014 ha repetido el hecho: Manuel Osorio, con una constancia familiar de 80 años, que son los que separan estas cifras del calendario.

La Semana Santa de San Pedro Alcántara es modesta, como corresponde a una ciudad joven en el tiempo. Pero esto no le quita que sea una celebración llena de colorido y fervor multitudinario en los desfiles que transcurren de día y de recogimiento y silencio los de noche y de madrugada. Y esta primavera la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Soledad (que quizá sea la entidad que saca más tronos a la calle de la provincia, pues lo hace desde el Domingo de Ramos al de Resurrección), a pesar de su precaria situación económica ha editado un libro: San Pedro Alcántara y su Semana Santa. Crónica histórica de su manifestación externa (1934-2013), que incluye los pregoneros y otros artículos complementarios.

Su autor, José Castellano, que luce en la chaqueta de su solapa un escudo virtual repleto de sinople, es un hombre de exquisito trato, aguda inteligencia y amplia cultura. Y ha tenido el mérito de explotar al máximo la escasa información que poseemos de este hecho religioso para lograr una obra que aporta varias lecturas en una, escrita con un estilo fluido y personal, sin escatimar críticas, ya sean positivas o negativa. Castellano, que no se considera cofrade a priori, impulsó la creación de una asociación germen de la actual cofradía cuando era responsable en la década de 1970 de la Alcaldía de barrio de San Pedro Alcántara, al igual que promovió una banda de música y luchó por conseguir mejoras para su pueblo. Todo esto se refleja en el libro que es una historia de la Semana Santa de San Pedro Alcántara, pero no sólo de la Semana Santa.

Es la propia historia de José, de Manuel, de Juan Andrés y la de otros hombres y mujeres, mayores y jóvenes. Es la historia de muchos que nos negamos a que a San Pedro Alcántara se le prive de la gestión de lo más cotidiano, incluso de llamarlo pueblo y que se le borre sistemáticamente, mediante ordeno y mando, cualquier emblema que pueda identificarnos como colectividad, como ese escudo que aparece en la portada del libro que comentamos. Y en el cual su diseñador, Fernando Alcalá, empleó como fondo del mismo el esmalte verde, sinople, en alusión a las vegas plantadas de caña de azúcar por el marqués del Duero, el césped de los nuevos jardines de la época del turismo y también, en palabras textuales de don Fernando, porque es “símbolo de esperanza, la que expresan sus habitantes que desean un futuro de independencia”.

 

14 enero 1937 Estepona

Las tropas nacionales ocupan San Pedro Alcántara

«Las tropas nacionales entraron en Estepona a las tres de la tarde del día 14 [de enero de 1937], los bombardeos habían afectado a la central telefónica y alguna iglesia de la ciudad. La población civil se refugió en cortijos y casas de campo, mientras que los milicianos se replegaban a las zonas de la sierra no ocupadas, en dirección a Jubrique y Genalguacil. La caída de Estepona desalentó a las tropas que aún resistían.

En la tarde del día 15, el General Jefe del Ejército del Sur [el republicano Martínez Monje] llegó al frente, situado ya muy cerca de San Pedro Alcántara, que era bombardeado desde el Canarias y el Cervera. Ni la llegada de los ansiados aviones ni los refuerzos procedentes de Málaga detuvieron el avance de las tropas nacionales.

San Pedro Alcántara fue ocupado sin resistencia, la tropa y la población civil huyó en desbandada hacia el Este en dirección a Marbella. Las fuerzas de Queipo rodearon el pueblo impidiendo el paso hacia la carretera de la costa a los milicianos que se replegaban de la sierra.

Martínez Monje, al referirse a la pérdida de San Pedro, reconocía la falta de moral y mando de las fuerzas republicanas que se repliegan hacia Marbella, abandonando «sus posiciones sin tan siquiera aguardar el asalto de la Infantería enemiga»»

El texto es de libro de Lucía Prieto Borrego (1998), La Guerra Civil en Marbella. Revolución y represión en un pueblo de la Costa.

La foto, del bombardeo de Estepona desde el crucero Canarias el 14 de enero, pertenece al libro de Francisco Vallés Collantes (1938), Páginas de gloria de la Marina Nacional Española: diario de un voluntario.

Puerto de Málaga a mediados del siglo XIXPuerto de Málaga a mediados del siglo XIX.

Una apacible mañana de noviembre, allá por el año 1869, se acercaba a San Pedro Alcántara un barco, de nombre Rosario, un flamante vapor en viaje de prueba, cuya función principal consistiría en remolcar otros barcos hasta el Estrecho de Gibraltar.

Había sido construido por una empresa perteneciente a los Loring, quienes junto con los Heredia y los Larios constituían el llamado triángulo financiero malagueño, como miembros más destacados de la oligarquía provincial. Los Loring no desconocían la colonia de San Pedro Alcántara, pues actuaban como banqueros del marqués del Duero, en las remesas de dinero que enviaba éste desde Madrid, para el funcionamiento de la finca sampedreña.

El barco había salido del puerto de la capital malagueña a las siete menos diez de la mañana, se acerba a la colonia. Entre los pasajeros, cuyo número rondaba el centenar, se encontraban el gobernador civil de la provincia, junto con representantes del Ayuntamiento de Málaga, ingenieros, marinos y periodistas. Entre éstos últimos se hallaba Augusto Jerez Perchet, director que sería del periódico local El Correo de Andalucía, cuya crónica (que nos ha sido facilitado por nuestro amigo Paco Machuca) fue reproducida en la prensa madrileña y de la cual hemos extraído los datos para este artículo.

Los viajeros, que fueron agasajados a bordo con bebidas y diversos «manjares» iban disfrutando del paisaje de la costa occidental, hasta vislumbrar los verdes campos de caña de azúcar que indicaban que se aproximaban a San Pedro Alcántara. Así lo narraba Augusto Jerez:

«El viaje fue delicioso. Navegamos cerca de tierra, y a la par que se desarrollaba entre nosotros el grandioso panorama de las aguas, la costa de Poniente iba descubriendo sus accidentadas riberas, sus caseríos, sus colinas, sus cañadas y sus montañas.

Más lejos una amplia extensión de tierra revestida de pajizo y verde claro empezó a atraer las miradas de la caravana. Todos los gemelos se dirigían a aquella rica alfombra que forma un paréntesis entre el color oscuro de los montes y el azul plateado de las aguas.

Era la colonia de San Pedro Alcántara.» Leer más

Feria 1896, portada

El programa de feria más antiguo que se conoce es el del año 1896. Varias copias del mismo circulan por San Pedro Alcántara, pero parece que el original es propiedad de la familia Amores,  y fue publicado en el año 1992 en el número 1 de la revista Rosa Verde. Presenta una distribución de actividades que se repetirá en lo esencial durante las ediciones siguientes, aunque con las variaciones que se expondrán al hablar de la feria de otros años.

Los días de fiesta fueron sólo dos, el 19 y 20 de octubre. En los años siguientes suelen ser tres, pero el 18 es la víspera y aunque la banda de música toque diana por la mañana  no hay otra actividad hasta por la noche, cuando comienza el baile. Otros años los días feriados aumentarán a cuatro, pero esto no sucederá hasta la década de 1950.

El día 19 es el día grande, el día del patrón, recorriendo la imagen de San Pedro de Alcántara las calles del pueblo. Con anterioridad a la procesión hay misa y sermón, a cargo del responsable de la iglesia local o algún sacerdote invitado, al que se referirá el programa como «ilustre orador sagrado». La misa es denominada de Calahorra, seguramente por el apellido de un compositor de temas religiosos, por lo que suponemos que era cantada y acompañada de música.

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